El tiempo pasa inexorable, la historia recoge los hechos más sobresalientes de épicas acciones, como aquellas que protagonizaron los valientes guerrilleros de la independencia o la férrea voluntad de los Libertadores Bolivar y Sucre, hasta consolidar la República bajo signos de libertad e independencia.
De entonces al presente muchas transformaciones han alterado la original intención de nuestros Protomártires que nos legaron un territorio soberano y apto para el desarrollo de la economía nacional que nos permita vivir con dignidad y orgullo.
En el transcurrir de los 185 años de vida republicana de nuestra Nación muchos acontecimientos se han añadido a la historia no siempre grata del avance de la vida institucional, Batallas sangrientas para expulsar a invasores y para defender nuestra soberanía, guerras injustas que mutilaron nuestra heredad y una que cerró nuestra salida al mar cambiando el destino de nuestro promisorio futuro; otras luchas intestinas completaron un cuadro de intolerancia entre los propios bolivianos, favoreciendo la voracidad de algunos vecinos deseosos de ampliar sus territorios achicando el nuestro.
Viviendo en democracia tomó cuerpo la actividad política y como lo mencionó un gran pensador desde entonces comenzaron los males del país, pues si bien los políticos de antaño, más sagaces y honrados, hicieron las primeras leyes de la República y encaminaron la vida institucional de Bolivia por senderos de libertad y justicia, lamentablemente no faltaron los apetitos sectarios que se impusieron y en muchas ocaciones afectaron las libertades y atropellaron la justicia, vulnerando la democracia, atrasando su desarrollo y lastimando la dignidad de los propios bolivianos.
Esos arrebatos revolucionarios convertidos en “golpes de estado” en la mayoría de los casos respondieron a las presiones internacionales de países poderosos que de algún modo vieron en peligro sus intereses y optaron por la sencilla vía de conspirar entre civiles y militares esperando la gratificación de los amos dominantes, como sucede en tiempos actuales bajo otra figura de liberación disimulando afanes de expansión y utilizando la inocencia de nuestros políticos.
Tras todos esos prolegómenos de la política criolla, ya en tiempos de paz y restablecida la democracia, seguimos avanzando con dificultades por las infaltables posiciones de incomprensión entre los bandos del oficialismo y la oposición, cierto que con efecto de la voluntad popular que ejerció el derecho a votar por un líder para producir un “cambio” que todavía no funciona salvo la posición de utilizar el “rodillo” parlamentario para imponer leyes, aunque las mismas no sean consensuadas y sirvan a los fines de todos los bolivianos.
Persisten condiciones de inequidad, hay otras que se registran en la lista de la corrupción y que socavan los cimientos del sistema permitiendo que una imagen deteriorada del país circule por el mundo entero mostrándonos – a todos – como parte de un gobierno sin leyes y sin respeto por la dignidad humana.
En el día de un nuevo aniversario nacional, cuando todos estamos imbuidos del mayor civismo y como bolivianos ratificamos nuestro respeto a la Patria y sus símbolos, no menos importante es nuestra decisión de defender la soberanía nacional a costa de cualquier sacrificio, sabiendo que esta tierra pródiga debe seguir siendo el gran hogar en el que disfrutemos de todos sus beneficios, los que nos da la naturaleza y que bien administrados asegurarán un futuro de plena prosperidad, en un Estado de justicia y libertad pero bajo un gobierno honesto, serio, responsable y justo que gobierne para todos los bolivianos sin excepción.
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